¿Por qué nos comparamos con los demás?
Imagen tomada de la web: créditos a quien corresponda
Hemos crecido en una sociedad donde constantemente se nos compara a unos contra otros, sin excepción. Ni los más pequeños se salvan. Seguro habrás escuchado a alguna madre hablando de cómo su bebé es mejor que otro porque ya logra alguna habilidad que el resto de los niños de su edad aparentemente aún no pueden.
Cuando estabas en la escuela los maestros no dudaban en elogiar al compañero que acertó a todas las respuestas en el examen, a quien corrió la carrera en menos tiempo, al chico que hizo el dibujo más bonito, a la niña con el disfraz más lindo y original.
Un día te vuelves mayor y la cosas siguen bastante parecidas. Buscas empleo y pronto te das cuenta que todos los candidatos están siendo evaluados para poder detectar al más sobresaliente, al más responsable. A fin de cuentas al más preparado y destacado del grupo, al menos a criterio del reclutador.
En muchos casos, se te compara incluso en la propia familia. Mamá o papá tienen bien identificado al hijo que según su percepción es quien se distingue. Al que tiene el carácter más dócil, al que consiguió el mejor empleo, la mejor pareja, la casa más grande, o el auto más lujoso.
Bueno, sin duda todo esto responde a la pregunta inicial. Nos comparamos porque es lo que hemos visto a lo largo de nuestra vida. Es lo que aprendimos a hacer, pues es lo que escuchamos prácticamente a diario.
Seguramente alguna vez has sido aplaudido y felicitado por tus logros, lo cual te hizo sentir de maravilla. Sin embargo, apuesto que también en más de una ocasión te has sentido insuficiente por no tener lo que alguien más ya ha conseguido.
El hecho de vivir equiparándonos con los demás provoca la envidia tan común de nuestro entorno. Porque si tú te esfuerzas para obtener un objetivo y lo logras es genial, pero si el vecino consiguió algo aparentemente más grande y con menos esfuerzo, entonces ya tu logro no se ve tan maravilloso, ¿verdad?. Lejos de sentirte realizado por tu triunfo, muy por el contrario te sientes desdichado porque tu victoria parece ser insuficiente.
La realidad de las cosas, es que cada persona es única e irrepetible. Entonces ¿por qué debemos querer alcanzar todos las mismas metas y ser medidos con la misma vara?
Porque eso es lo que nos hace creer la mercadotecnia y la sociedad en general. Piénsalo, a quién le conviene que tú y yo creamos que somos más poderosos por tener una casa más grande, que seremos respetados por comprar el auto más ostentoso o que por fin nos sentiremos apreciados y valorados por la ropa de diseñador que usemos.
No cabe duda que lo más trascendental en esta vida es todo aquello que no se puede comprar, y muchas veces tampoco se puede ver o medir. Si me lo preguntas, es imposible describir la dicha que siente al llegar a casa y ver a tus personas favoritas esperándote para cenar. O que me dices de saberte pleno, tener absoluto control de tu cuerpo y facultades mentales. Recostarte por las noches sabiendo que no le debes nada a nadie, percibir que elegiste a la persona correcta para acompañarte el resto de tu vida, mirar a tus hijos crecer sanos, fuertes y felices. ¿No es eso tener éxito rotundo?
Y qué si no puedes presumir la cantidad de alegría que recibes de tus hijos. Qué más da si no es posible valuar el nivel de felicidad que sientes por tener esa relación tan maravillosa con tu pareja o la pasión que te genera el realizar tu trabajo. No necesitas demostrarle nada a nadie. De la misma forma que el bebé más flojo terminó por aprender a caminar, y el más distraído logró comer por sí mismo. Así también tú irás logrando tus objetivos personales a tu propio ritmo. No tiene caso que te sientas superior o inferior. Vive tu momento, disfruta tus victorias, no las evalúes para detectar el tamaño de las ajenas.
Eres y tienes mucho más de lo que crees, compárate sólo contra ti mismo. Sé superior de lo que fuiste ayer, llega más lejos de lo que has llegado hasta hoy. Conócete mejor que nadie y ámate con todas tus fuerzas, el resto no tiene por qué influir en tu diario vivir, disfruta tu tiempo que es limitado y no te olvides de ser feliz.
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